El valor del riesgo en el juego

Jugar no es solo jugar, jugando exploramos nuestros límites y aprendemos a evaluar el riesgo, creciendo así más competentes y seguros.

Un estudio de Tim Gill, director de Play England, y gran referente en el mundo del crecimiento infantil defendiendo la ampliación de los horizontes de los niños, dice que el resultado más probable de dejar a los niños explorar sus límites es «Una infancia más feliz y personas más flexibles, competentes y seguras de sí mismas.»

Los niños son más “naturales” explorando el riesgo, que más que “riesgo” para ellos es parte del descubrir, de la necesidad natural y humana que tiene un niño por conocer.

Un niño que intenta subirse a la silla corre el riesgo de caerse. El niño es muy consciente de esto, pero no obstante lo intenta una y otra vez hasta conseguirlo.

Estas situaciones son muy importantes para el desarrollo infantil, ya que los límites deben cruzarse una y otra vez durante esta fase de crecimiento y autodescubrimiento.

Un niño que no aprende a evaluar el riesgo de pequeño no habrá desarrollado la habilidad de conocerlo o evaluarlo. Cuan mayor eres al caerte, mayor es el golpe.

Varios estudios también han demostrado que los jóvenes se preocupan más por el aburrimiento que por el riesgo. La falta de experiencia y la escasa actividad física provocan déficits. El riesgo y la imprudencia son necesarios y parte del desarrollo humano.

Por esta razón es importante ofrecer alternativas de juego con cierto riesgo, sin ser peligrosas, al planificar y equipar los parques y espacios de aventura.