Si Barcelona apuesta por ser una ciudad amable para sus ciudadanos, especialmente para los más pequeños, el Parque de la Pegaso es uno de los espacios más emblemáticos que sigue esta filosofía. Situado en el distrito de Sant Andreu, el parque está formado por una duna de caucho que emerge de unos areneros y, en el centro, habita un juego singular conocido por ser un atractivo indiscutible de la zona: el pulpo jugable.
El proyecto fue nominado a la Selección Delta 2020 de ADI-FAD, un índice de referencia de diseñadores industriales y empresas productoras.
Un pulpo nacido de la creatividad infantil
Se trata de una enorme estructura en forma de pulpo con ocho patas que descansan en el suelo. Seis de ellas se pueden utilizar como toboganes y dos para subir. Pero, sin lugar a duda, es en el interior de la cabeza del pulpo donde los pequeños generan más autonomía de juego.
Este espacio central se define por su doble altura, las paredes de madera perforada y la planta pentagonal que dinamiza el juego. Desde allí es posible comunicarse por teléfono con la duna, o mover los ojos del pulpo, ya que dos periscopios que giran miran el entorno. La mirada de los niños se funde con la del pulpo.
El proyecto ha nacido de la imaginación de los niños, ya que tuvo como eje vertebrador la dinámica de cocreación en el proceso de concepción. Los alumnos de las escuelas circundantes definieron los elementos que podrían estimular su juego en los espacios públicos. El estudio de arquitectura Queralt Suau planteó el diseño del espacio de juego desde diferentes perspectivas:
• Trabajar con el juego en el espacio público como una estrategia de resignificar el lugar y construir espacios (imaginarios) compartidos.
• Articular el espacio desde la integración total de un sistema de elementos jugables.
• Constituir una experiencia sensorial y material, que posibilita la jugabilidad a diferentes escalas y asuma la participación de diversas edades y condiciones para propiciar la máxima variedad de itinerarios, recorridos y acciones.
• Definir un sistema de juego, dejando espacio a la imaginación, al juego libre y a la experimentación.
• Conseguir un sentimiento de pertenencia al lugar.
En BDU nos encargamos de construir este nuevo espacio de juego de Barcelona, aportando nuestra experiencia e ilusión.
La narrativa define el espacio
El juego singular funciona como un nuevo hito en el parque, genera una narrativa alrededor que redefine el lugar facilitando la apropiación de los niños y las familias. Visible desde la calle, se convierte en un atractor y moviliza tanto los usos del espacio como las acciones de sus usuarios.
El juego recrea una situación dinámica: el pulpo apoyado en una duna está cazando, muestra su actitud vital. De esta manera deviene un nuevo símbolo, donde el juego es el protagonista del lugar.
La materialidad como valor
La experiencia sensorial y la materialidad plasman la narrativa espacial y activan los mecanismos de juego creativo e imaginativo.
La textura cambiante del pulpo provoca un continuo juego de ver o ser vistos. En este sentido, las redes de cuerda permiten una transparencia total, los cauchos y las maderas de Alerce de Montaña perforadas dejan sólo ver desde dentro hacia afuera. La chapa de acero inoxidable micro-perforada empleada en las patas del pulpo construye atmosferas de transparencia y evidencia qué espacios son para subir y cuáles para deslizarse.
Las patas del pulpo están recubiertas de ventosas de caucho que se extienden por toda la longitud de los tubos, para convergir en la boca del pulpo, un agujero que, debajo de los toboganes de acero inoxidable crea una visión cenital del espacio. Las ventosas de las partes bajas toman diferentes formas: elementos táctiles, espejos que distorsionan la visión, juegos ópticos que fomentan la imaginación.
Acciones y descubrimientos
Generar múltiples itinerarios jugables permite el descubrimiento personal y la improvisación libre posibilitando una variedad extensa de acciones. Es el caso del Parque de la Pegaso: no hay una sola manera de jugar, sólo se plantea un sistema de juego abierto con múltiples opciones.
De los areneros emerge la duna de caucho que genera un cambio topográfico inexistente en el lugar, pero que sirve para jugar y para dar acceso cómodo al tobogán inclusivo y a la rampa de acceso al interior del pulpo. El sistema integrado favorece cualquier actividad imaginada.
Ser parte del juego
El juego como hito consigue un triple efecto, ser generador de nuevas dinámicas del espacio público, fomentar la apropiación y hacer del juego un aprendizaje. El espacio de juego en el Parque de la Pegaso fomenta la imaginación y la autonomía infantil, construye complejidades espaciales donde conviven usuarios de edades y condiciones diferentes.
El pulpo se ha convertido en un entorno de complicidades sociales, donde gracias a la imaginación y al juego se genera pertinencia al lugar, y se hace un paso más hacia el objetivo de la Ciudad Jugable.
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