A los niños les encanta observar las obras cuando se construye un edificio o una casa. Y, precisamente, nuestros sistemas de transporte de arena reproducen esta actividad a escala reducida. Estos juegos incitan a los pequeños albañiles a imitar lo que hacen los mayores en la realidad. En esta situación invierten una gran cantidad de energía física y mental, a fin de completar las tareas que se asignan ellos mismos. La estructura de construcción les da la oportunidad de imitar con realismo el mundo laboral de los adultos. Además, despierta el ingenio de los pequeños y promueve la creatividad y cooperación.
Al estar instalado en un arenero es posible mover pesadas cargas mediante una polea, verter arena y agua en tuberías o canales, hacer girar una rueda de arena, tomar una carga de arena con el volquete y llenar un cubo.
La cooperación consiste perseguir un propósito común, mientras las leyes físicas son reconocidas inconscientemente e integradas en el juego.